jueves, 17 de diciembre de 2009

Carrera de Egos.

Andaba yo por la vida, caminando por la calle. Exactamente por la avenida Santa Fe. Feliz mujer, con una gran sonrisa porque tenía una bolsa en la mano con ropa nueva. Sí, nueva. Ya todas conocen esa sensación tan linda de ir a probarnos algo, vernos lindas frente al espejo, que nos quede bien y encima, que no nos salga un huevo y medio. PLA-CER. Salí del local chocha. Caminaba sonriente y distraída, mirando otras vidrieras hasta que de golpe me encuentro con una enorme espalda masculina adelante mío. Al principio pensé que era una espalda más del montón, pero no. Yo conocía a esta espalda. Ese pelo de algún lado me sonaba, y la altura era inconfundible. Igual aclaro que tengo memoria fotográfica, siempre recuerdo las caras que alguna vez conocí. Me fijo en algunos detalles y me los grabo, no se por qué ni cómo lo hago, pero es así. Señaláme a alguien que conocí y te digo dónde, cómo y cuál es su nombre. Entonces esta persona ya estaba dentro de mi memoria fotogáfica.
Pero es raro saludar a alguien por la calle cuando te encontrás a la par, ¿no? Como que es mucho más fácil chocarte y sorprenderte de que lo conocés, encontrarte de frente y saludarse así como viene caminando cada uno o saludarte de una vereda a la otra, pero cuando te encontrás a la misma altura, por la misma vereda, es medio complicado el saludo. No sabés si frenar a darle un beso o no frenar y simplemente darle un beso mientras seguis caminando; y si te quedás charlando no sabés si vas a quedarte diez cuadras charlando con esta persona o diez metros; y si no te da para charlar es raro, porque te saludás y después te despedís, pero los dos siguen caminando en la misma dirección. ¡Rarísimo! Cuestión que tooodo esto pensaba yo mientras decidía si saludar o hacerme la boluda. El tema es que quería saludar, pero no sabía qué decirle. Si gritarle el nombre, o tirar el clásico "ch, ch, que hacés?", hasta pensé en adelantarme un poco y hacerme la que miraba para atrás y de repeeente me encontraba con su cara. Per como es de esperar opté por hacerme la boluda y no saludar un carajo.
El tema era que este pibe nunca agarraba otra cuadra, siempre iba en mi misma dirección. Entoncés me adelanté y le dí la espalda, y a los 5 segundos el hizo exactamente lo mismo. "El hijo de puta me reconoció y tampoco piensa saludarme", pensé. Entonces volví a caminar más rápido que él para darle la espalda, duré un buen rato así. En un momento pensé en acercarme y tirarle un "¿Vamos a competir mucho tiempo más? Porque ya estoy cansada," pero me acobardé. Mientras tanto me lo imaginaba atrás mío, mirando mi tatuaje como referencia para no perderme de vista y en unos segundos sacarme de vuelta un poco de ventaja. Claro que al toque lo logró, maniobrando se fue un poquito para la calle, volvió a la vereda y se me adelantó. Y ahí estaba su remera negra, su pelo lacio y sus perfiles. Claro, sus perfiles, porque el tipo me mostraba su cara lo más que podía, primero miraba para un lado y después para el otro, para dejar bien en claro que así como yo sabía que él me había reconocido, el también sabía que yo lo había reconocido y que eramos dos orgullosos de mierda que no pensaban saludar. Porque de última, apenas nos vimos, nos podríamos haber saludado y ya, pero ahora ya estabamos inmersos en una competencia, ninguno iba a agachar la cabeza, abandonar y saludar al contrincante. Así estuvimos unas cuadras hasta que llegamos a Santa Fe y Callao. "Gran intersección, a lo mejor acá termina todo", pensé. Yo tenía que doblar, entonces me adelanté y el semaforo justo cambió a mi favor. Crucé Callao mostrándole mi espalda, como símbolo de mi triunfo. Obvio que había ganado yo, si él habia quedado atrás, esperando que el semáforo cambiara para cruzar Santa fe y ahora yo estaba avanzando. Así salí ganando la carrera de egos que nuestros pies habían empezado en Santa Fe y Uriburu. Sí, desde Uriburu arrancó la boludes. Seguramente el muy macho, se fue pensando que él había ganado. No se porque, pero seguro alguna excusa encontró para sentirse victorioso. Eso sí, yo no me fui arrepentida de no saludar. Hasta me pareció divertido no saludar y jugar una pequeña carrerita. No se. Algo me dice que a él la carrera no le gustó ni un poco y se fue pensando "¡Cómo no la saludé a esta mina, soy un boludo!" ¿Me equivoco? Me quedo con la duda.

1 comentario:

  1. un jugador el pibe .. mira como con la boludes de no saludarte te dejo pensando toda la tarde !!! al final gano el negra, mejor suerte la proxima

    ResponderEliminar