jueves, 17 de diciembre de 2009

Dejemos libre a nuestro pájaro carpintero.

Para vos.
Que estás todo el día dandole vueltas al mismo tema.
Que no sabés si llamarlo o esperar a que te llame.
Que te preocupas por esos kilos de más.
Que te deprimís cuando no sabés qué ponerte.
Que llorás cuando te putean mientras manejás.
Que no te decidís por ninguno de los dos.
Que ninguno te viene bien.
Que no sabés si pedirte una cerveza o una coca light.
Que te tentás con el pan de la entrada, pero te reprimís.
Que te mirás la panza esperando tener los abdominales de Jessica Cirio.
Que vas al gimnasio todos los días y no ves un puto cambio.
Que te tratás de levantar al kiosquero, pero ni siquiera el te sube el autoestima.
Que esperás el piropo de los obreros, pero justo ese día no te lo dan.
Que te "lookeas" entera y justo esa noche EL no está.
Que te querés morir cuando te piden documento los patovas.
Que te querés matar cuando NO te piden documento los patovas.
Que a la mañana siguiente, dos cigarrillos parecen haber sido DIEZ.
Que empezás una dieta todos los lunes.
Que te ves fea.
Que te sentís gorda.
Que mirás a su novia con celos.
Que lo mirás desde lejos y no te animás a hablarle.
Que no sabés qué decirle cuando te lo cruzás en la calle.
Que no sabés cómo decirle que no lo querés más.
Que no encontrás el momento para tirarle onda.
Que no sabés si estás enamorada de él o del "estar con alguien".
Que no te querés probar un bikini en diciembre ni en pedo.
Que cerrás la boca dos semanas antes de ese casamiento, pero no hubo caso.
Para vos.
Que la luchas todos los días.
Que sos digna de ser mujer, pero te sentís una nena.
Tenéte envidia.
Enamoráte de vos misma.
Miráte y gritá: HOY MATO.
Queréte.
Cuidáte.
RE LA JA TE.
Dejá libre a tu pájaro carpintero y viví esta vida tan linda.
Disfrutá de ser mujer, no lo padezcas.









VOLVETE AL ARBOL.
VOLVETE AL ARBOL.
VOLVETE AL ARBOL.

Carrera de Egos.

Andaba yo por la vida, caminando por la calle. Exactamente por la avenida Santa Fe. Feliz mujer, con una gran sonrisa porque tenía una bolsa en la mano con ropa nueva. Sí, nueva. Ya todas conocen esa sensación tan linda de ir a probarnos algo, vernos lindas frente al espejo, que nos quede bien y encima, que no nos salga un huevo y medio. PLA-CER. Salí del local chocha. Caminaba sonriente y distraída, mirando otras vidrieras hasta que de golpe me encuentro con una enorme espalda masculina adelante mío. Al principio pensé que era una espalda más del montón, pero no. Yo conocía a esta espalda. Ese pelo de algún lado me sonaba, y la altura era inconfundible. Igual aclaro que tengo memoria fotográfica, siempre recuerdo las caras que alguna vez conocí. Me fijo en algunos detalles y me los grabo, no se por qué ni cómo lo hago, pero es así. Señaláme a alguien que conocí y te digo dónde, cómo y cuál es su nombre. Entonces esta persona ya estaba dentro de mi memoria fotogáfica.
Pero es raro saludar a alguien por la calle cuando te encontrás a la par, ¿no? Como que es mucho más fácil chocarte y sorprenderte de que lo conocés, encontrarte de frente y saludarse así como viene caminando cada uno o saludarte de una vereda a la otra, pero cuando te encontrás a la misma altura, por la misma vereda, es medio complicado el saludo. No sabés si frenar a darle un beso o no frenar y simplemente darle un beso mientras seguis caminando; y si te quedás charlando no sabés si vas a quedarte diez cuadras charlando con esta persona o diez metros; y si no te da para charlar es raro, porque te saludás y después te despedís, pero los dos siguen caminando en la misma dirección. ¡Rarísimo! Cuestión que tooodo esto pensaba yo mientras decidía si saludar o hacerme la boluda. El tema es que quería saludar, pero no sabía qué decirle. Si gritarle el nombre, o tirar el clásico "ch, ch, que hacés?", hasta pensé en adelantarme un poco y hacerme la que miraba para atrás y de repeeente me encontraba con su cara. Per como es de esperar opté por hacerme la boluda y no saludar un carajo.
El tema era que este pibe nunca agarraba otra cuadra, siempre iba en mi misma dirección. Entoncés me adelanté y le dí la espalda, y a los 5 segundos el hizo exactamente lo mismo. "El hijo de puta me reconoció y tampoco piensa saludarme", pensé. Entonces volví a caminar más rápido que él para darle la espalda, duré un buen rato así. En un momento pensé en acercarme y tirarle un "¿Vamos a competir mucho tiempo más? Porque ya estoy cansada," pero me acobardé. Mientras tanto me lo imaginaba atrás mío, mirando mi tatuaje como referencia para no perderme de vista y en unos segundos sacarme de vuelta un poco de ventaja. Claro que al toque lo logró, maniobrando se fue un poquito para la calle, volvió a la vereda y se me adelantó. Y ahí estaba su remera negra, su pelo lacio y sus perfiles. Claro, sus perfiles, porque el tipo me mostraba su cara lo más que podía, primero miraba para un lado y después para el otro, para dejar bien en claro que así como yo sabía que él me había reconocido, el también sabía que yo lo había reconocido y que eramos dos orgullosos de mierda que no pensaban saludar. Porque de última, apenas nos vimos, nos podríamos haber saludado y ya, pero ahora ya estabamos inmersos en una competencia, ninguno iba a agachar la cabeza, abandonar y saludar al contrincante. Así estuvimos unas cuadras hasta que llegamos a Santa Fe y Callao. "Gran intersección, a lo mejor acá termina todo", pensé. Yo tenía que doblar, entonces me adelanté y el semaforo justo cambió a mi favor. Crucé Callao mostrándole mi espalda, como símbolo de mi triunfo. Obvio que había ganado yo, si él habia quedado atrás, esperando que el semáforo cambiara para cruzar Santa fe y ahora yo estaba avanzando. Así salí ganando la carrera de egos que nuestros pies habían empezado en Santa Fe y Uriburu. Sí, desde Uriburu arrancó la boludes. Seguramente el muy macho, se fue pensando que él había ganado. No se porque, pero seguro alguna excusa encontró para sentirse victorioso. Eso sí, yo no me fui arrepentida de no saludar. Hasta me pareció divertido no saludar y jugar una pequeña carrerita. No se. Algo me dice que a él la carrera no le gustó ni un poco y se fue pensando "¡Cómo no la saludé a esta mina, soy un boludo!" ¿Me equivoco? Me quedo con la duda.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Muda.

Alto Palermo Shopping, Papá Noel saludando a todos los enanos que se sentaban en su falda y yo a lo lejos atestiguando toda esta escena navideña que hoy me parece nefassssta. Estaba esperando que mi amiga saliera de un local de ropa, comiendome las uñas como una animal, hasta que lo escucho.


Pendeviejo - ¿Qué gusto tiene la uña?

Yo - ...

Pendeviejo - Depende de dónde haya estado el dedo antes, me tenés que decir.

(Que asco que me dio, imaginé lo peor.)

Pendeviejo - Yo digo, que machismo, ¿no? ¿Por qué Papá Noel y no una Mamá Noel?

Yo - Si... Nnnose. Está la Virgen María.

Pendeviejo - Ja, ja, ja. Buen fin de semana, lindura.

Yo - Igualmente.



(Y Papá Noel se pone barba blanca, blanca. Con canasssssssss.)

I have a date. ¿Qué me pongo?


Y claro.
A quién no le pasó.
Te invitó a salir, finalmente.
Ya te dijo que te pasa a buscar a las once y media.
Tenés tiempo, pero no sabés QUE ponerte.
Ya te conocés tu ropero de memoria, y sabés exactamente la ropa que tenés, pero igual se te ocurre imaginarte una manera de vestirte que es imposible de lograr con tu ropa, porque no tenés los zapatitos que acabas de ver en la revista, que estaban combinados perfectamente con un pantalón que tampoco tenés y una remerita divina que jamás podés tener, y encima todo eso lo tiene puesto una modelo con un lomazo que TAMPOCO tenés. Entonces si tuvieras su ropa, ni siquiera te quedaría como imaginás que te puede quedar mientras ves a la anoréxica posando en la Cosmo.
Empezás por el conjunto básico, que estás cansada de repetir en las primeras salidas, pero bueno, te sentís cómoda, es un look sweety que re da, porque no vas a salir por primera vez con un tipo hecha una femme fatal, con algo que diga por todos lados "soy tuya".
Pero el problema es que HOY, justo HOY, el conjunto "caballito de batalla" NO te queda bien, no te gusta ni un poco porque te hace gorda, no estás quemada para la pollerita o de repente tenés más panza de lo que pensaste que tenías. ¡¡¡Y es ridículo, porque es la misma ropa y es basicamente el mismo cuerpo!!! Pero ese espejo de mierda te recaga la vida, y no te muestra divina, entonces chau opción uno, descartada. ¡La puta madre, que hago!
De pronto encontrás ese vestidito negro, divino, que te queda bien pero es un embole. Entonces le tratás de poner onda, le metés un cinturón en el medio, pero queda ridículo, lo combinas con zapatos con medias, zapatos sin medias, jean abajo con sandalias, calzas abajo con unas botitas copadas, en bolas con zapatilas, con medias negras y zapatos negros, con medias de encaje floreadas pero no tenés calzado para eso, le pones un saquito divino encima pero si te lo sacás sos un torre, le vas cambiando la parte de arriba con distintos collares, o te sacas los collares y te ponés unos buenos aros, te fijas si va con rodete, pelo suelto, o una mega flor en la mitad de la cabeza, pero NOOOO. ¡¡¡Sigue siendo el vestidito EMBOLE que estás cansada de ponerte y repeitr para miles de eventos!!!
Ya empezaste a desespararte y hasta sentís tanta impotencia y mal humor que te dan ganas de llorar.
Seguís revolviendo y encontrás ropa prestada, pero te la probás y te acordás de que siempre le había quedado mejor a la dueña. Encontrás ropa del año del pedo, pero te sentís que ya fue y no da ponerte eso. Cuestión que hace ya 40 minutos que te estás cambiando y de repente, se te ocurre volverte a probar LO PRIMERO que te habías puesto, pero que descartaste porque querías "cambiar un poco de onda". Y cuando te lo pusiste y te miraste al espejo te quedaste copada con como te queda, y decidís ponerte eso. Entonces al final hiciste un quilombo en tu cuarto, te deprimiste con mil conjuntos que te quedaban como el orto y terminaste poniendote LO PRIMERO QUE TE HABIAS PROBADO. Tu idea de vos misma ya está mucho más lejos de ser una loca de mierda, pero bueno, así somos y por lo menos ahora estás contenta y te podés pintar tranquila. Eso sí, te pintás poquito, porque no da salir hecha una diosa hiper producida. La imagen que querés dar es la de, "me puse cualquier cosa y me pinté un poquito nada más". ¡¡¡Pero dejate de joder nena!!! Ellos NUNCA van a pensar así, NUNCA. Nos conocen, nos miran y SABEN que estamos hoooooooras cambiandonos, pintandonos y arreglandonos ese mechón de pelo que se nos escapa de atrás de la oreja, pero que ellos nunnnnnnca se van a dar cuenta porque no son taaaaaaan detallistas.
En fin, para la próxima, desesperate menos, no quieras cambiar de onda, ponete lo que te hace sentir linda y salí a la calle con actitud. Después de todo Beyoncé y JLo bailan con esos flor de ortos y nadie dice que son gordas. Actitud, nena. Ac ti tud.
Ya lo sé, cuesta.

martes, 8 de diciembre de 2009

Que no.

Se pasó los dedos por los labios y cuando los miró estaban cubiertos de sangre. Otra vez ese gusto en su boca. Ese gusto amargo que le demostraba otra caída, otra batalla perdida. Indefensa, sola, así estaba. Intentaba no llorar, pero inevitablemente las lágrimas le saltaban de los ojos. Ese gusto en su boca le demostraba que nada iba a cambiar. Esas promesas de mejorar, de ser distinto, de ser el hombre que ella esperaba, se desvanecían por completo cada vez que tragaba. Abría los ojos cada vez más, pero todo era borroso y no conseguía ver dónde estaba. Quería levantarse del piso y ponerse de pie, pero no tenía fuerza. Sus brazos no respondían y sus piernas estaban completamente paralizadas, como si no formaran parte de su propio cuerpo. Se recostó sobre un solo lado para descansar un poco y en seguida recibió otro golpe en el estómago, ese golpe tan conocido que ya no la sorprendía, simplemente le hacía dar cuenta de que la rutina se repetía y ella seguía sin poder escapar. Otra vez las mismas sensaciones en su cuerpo, otra vez la falta de aire. Intentaba hablar pero no conseguía pronunciar una sola palabra, movía sus manos rogando que los golpes terminaran, pero el mensaje se invertía y recibía una segunda patada en su estómago, y una cuarta, y una quinta y así perdía el conocimiento por unos minutos. Su mente estaba casi en blanco, sólo podía pensar en el dolor que le provocaba cada golpe y en el dolor que sentía por cada herida, por cada moretón viejo y por los que recién estaban empezando a formarse. Cicatrices viejas que estaban sangrando nuevamente y cortes nuevos que serían otras cicatrices en su cuerpo, un cuerpo lleno de marcas que evidenciaban una vida que no coincidía con su idea de felicidad, que no eran fieles a su idea de amor para toda la vida.

Así se quedó en el piso.

El tiempo es irrelevante cunado el dolor es tan fuerte y uno sólo piensa en hacerlo desaparecer, por lo que nunca supo cuántas horas o minutos pasaron desde que él se fuera de su cuarto hasta que ella se pusiera de pie. Pero el hecho es que se levantó y en seguida se dirigió al baño para limpiarse la cara y curarse algunas heridas. Con la poca fuerza que le quedaba levantó la cama de su cuarto, esa cama que compartía con él hace muchos años, pero que hoy solamente representaba todo lo que ya no compartían. La separó de la pared y buscó la marquita que había hecho hacía dos semanas. Cuando la encontró, dio un golpe seco contra la pared y sacó aquello que se encontraba escondido ahí dentro. Caminó directamente hacia el sillón de la chimenea, pues ya era habitual en él prender un cigarrillo y contemplar el fuego después de golpearla como lo había hecho esa noche. Apretó bien fuerte el arma en sus manos y levantó sus brazos con toda la fuerza que tenía, toda la fuerza que él mismo había utilizado en cada golpe, en cada piña, en cada patada o en cada empujón por las escaleras. Esa fuerza con la que él la había humillado y la había arrastrado por el piso tirándole tan sólo de un mechón de pelo, toda esa fuerza estaba ahora en sus manos a punto de concederle su venganza tan merecida.

En defensa propia, claro que sí. Pero los tribunales siempre fallan cuando las pruebas no son suficientes y cuando las evidencias no concuerdan con el relato de la acusada. No importa. Su libertad depende de si misma y sueña sola. Independencia adquirida por su declaración de ser mujer. Libertad conseguida a través de un crimen en primer grado, premeditado. Una treinta y ocho comprada dos semanas antes y tres balazos en el pecho. Por supuesto que en el pecho, las mujeres valientes lo hacen de frente, mirando a los ojos, despidiéndose con ese contacto que las libera, ignorando el vago pedido de lástima y remordimiento al que ellos se someten cuando no hay otra salida. No importa la ropa, no importa el baño, no importa la cama en la que le toque dormir de ahora en adelante, ni la comida que le toque comer. Labores variados, tareas asignadas. NO importa. Nada es relevante. Su libertad está en su mente. Ella la compró y ahora es dueña. Ella no le debe nada a nadie. Ella tiene su venganza hecha y una vida por delante. Los límites son propios. Ella es dueña, ella es mujer sola.

lunes, 30 de noviembre de 2009

HOUSEWIFE. Cena Romántica.

Marcos me había confirmado que llegaba a casa para comer, por lo que no me quedaba mucho tiempo. Santino estaba en lo de Benja, y Juanita tenía un asado. Todavía no entiendo cómo la dejamos ir después de las cuatro materias que se lleva. Pero nos convenció, los hijos tienen esa manera de debilitarnos cuando más les conviene. Es increíble cuánto crecieron. Ellos disfrutando su adolescencia despreocupada y yo cocinando una receta de Maru Botana. O intentando, mejor dicho. Los viernes Elena siempre nos deja algo listo, pero hoy le había pedido que se fuera antes así tenía la casa completamente sola. Además me gustaba la idea de aventurar un poquito en la cocina. Hacía mucho que no me tomaba el tiempo de cocinar algo rico para Marcos y para mí. Así que con delantal y música de fondo estaba yo en la cocina, ensuciándome las manos y llenando la cocina de humo. Sellé el carré siguiendo todas las indicaciones, sólo faltaba que el caramelo de las zanahorias se terminara de hacer y las papas se doraran bien parejitas en el horno. Cuando terminé con todo, me pegué una ducha bien rápida. Si había algo poco sexy era tener olor a humo. Sexy. Me pregunto si después de todos estos años Marcos sería capaz de mirarme y pensar en esa palabra. O mejor no me lo pregunto. Supongamos que puedo estar elegante y linda. Sexy era de pendeja, cuando no me colgaban las rodillas y en lugar de éstos rollos tenía panza chata. Ahora ya no me sentía así, ni me hacían sentir así.
Me sequé el pelo y me planché solamente el flequillo, hacía mucho que no me quedaba tan bien. Me pinté las uñas y me puse el conjunto de encaje que me había comprado especialmente, a lo mejor hacía maravillas. Estuve paseando semi en bolas por todo el cuarto mientras se me secaban las uñas y una vez secas, me puse los tacos y el vestidito negro de Dior que Marcos me había regalado cuando cumplí 40 y que sólo había usado ésa vez. Me maquillé un poco, base, tapa ojeras, ojos un poquito negros y boca un poquito roja. Me puse mis aros de oro blanco y la cadenita haciendo juego. Me paré frente al espejo, di una vueltita y pensé: “Si Marcos no me mata así, me mato yo”. Estaba hecha una yegua, una yegua con clase, claro.
Bajé al comedor y giré de a poco la bolita de las dicroicas hasta conseguir la cantidad de luz adecuada para la ocasión. La mesa estaba perfecta, prendí las velas de los candelabros, las apagué y las volví a prender. No estaba muy convencida, pero después de todo sino para qué están.
Serví las papitas que ya estaban bien doradas en una pirex de vidrio y en otra igual las zanahorias caramelizadas, no pude evitar probar una y me puse contenta al comprobar que me habían salido muy ricas. Corté algunos pedazos de carré y los puse en una fuente con un poco de jugo y los dejé en el horno ya apagado. Ya eran las nueve y media y Marcos estaba por llegar en cualquier momento. Me fijé en la mousse que estaba en el freezer y llegué justo a tiempo para cambiarla a la heladera, sino iba a terminar congelada.
Me senté en mi lugar de la mesa y así empezó mi espera. A los quince minutos lo llamé a Marcos y no me contestó. Lo mismo pasó con las otras diez llamadas que le siguieron. Estaba a punto de dejarle un mensaje, pero se me hizo un nudo en la garganta y tuve que cortar. Tenía tanta bronca que las zanahorias fueron a parar a los pies de la escalera y con las papas improvisé un nuevo decorado en la pared del comedor. Lo único que se salvó fue el carré, sino vaya uno a saber cuál hubiese sido su destino.
Una hora más tarde ya había limpiado todo. Típica descarga mía, si tan sólo pudiera limpiar lo que en verdad necesito limpiar. Cada cosa ya estaba de vuelta en su lugar, levanté la mesa del comedor y hasta cambié las velas de los candelabros, para que las mechas quemadas no me delataran. Por último me saqué la pintura, o lo que quedaba de ella después de tanto llanto, y guardé el vestido en su lugar de siempre.
Finalmente me acosté en mi lado de la cama. Estaba sola, rendida. Cerré los ojos intentándo dormirme. Los volví a abrir cuando sentí que alguien estaba ocupando el otro lado de la cama, pero yo no sabía quién era ese alguien, ya no reconocía a ese hombre que se acostaba al lado mío. Los diez centímetros de colchón que nos separaban eran inmensos y con tal de ignorar esa distancia entre nosotros, cerré los ojos otra vez y simulé dormir hasta que me dormí de verdad. Me dormí pensando que quizás a la mañana siguiente Marcos se despertaría a mi lado y no el hombre que acababa de acostarse en su lugar. Me dormí pensando en esa idea. Me dormí soñándola. Me dormí.

Máximas para ELLA.

1. Usá perfume siempre y que sea rico.
2. NO a la sombra celeste.
3. Jamás jean clarito al cuerpo con cinturón finito negro. Jamás.
4. No te comas las uñas si estás con el.
5. Sentáte bien.
6. No lo llames ebria. Nunca.
7. No le mandes mensajes después de las 3 am.
8. Andá despacio.
9. Si te gusta, comportáte.
10. Dejálo hablar de lo que tanto le gusta.
11. No seas "stalker".
12. No pienses siempre lo peor, puede no tener señal o tenerlo apagado.
13. Cortála con la inseguridad.
14. Pensá antes de hablar.
15. Pensá antes de actuar.
16. Pensá siempre.
17. No pienses tanto.
18. No aceptes un "sos una histérica", bajo ningún concepto. Jamás.
19. Provocálo.
20. No te rías de TODOS sus chistes.
21. No empieces con el “gordi” si el no usó algún apodo primero.
22. Si querés que vaya, nunca un "quiero que vengas". Dibujála.
23. No seas la primera en decir "te quiero".
24. Cortála con la paranoia.
25. Cruzá las piernas.
26. Si el fútbol no te interesa, mejorrr!
27. Cuando mire fútbol, hacé las preguntas estúpidas o comentá el pelo de Crespo. Lo está esperando para sentirse bien machito.
28. Ponéte la mini más corta para salir con las chicas y aseguráte de que te vea antes.
29. Proponé vos también.
30. Pagá algo, nena.
31. Que nunca suene a planteo. NUNCA.
32. No tenés que estar linda, tenés que ESTAR BUENA.
33. Cuando lo quieras largar, cuidado con las típicas frases, mirá si quedas como la hija de puta vos.
34. Que nunca se entere que lo camparás con tus ex.
35. Dejálo que te enseñe a manejar, o a hacer algo. Es bueno para su EGO.
36. Hacéte la interesante, mostráte de a poco.
37. Secáte las lágrimas vos.
38. Si te quedaste en casa, saliste con las chicas. Vos siempre a mil.
39. Renováte.
40. No hables todo el tiempo de vos.
41. Si te aburrís, remála.
42. El primer paso es de él, el segundo también, el tercero recién es tuyo.
43. Dejálo pensar que lleva el control, después se sorprenderá solito.
44. NO te pongas su camisa a la mañana siguiente, eso dejáselo a Julia Roberts.
45. No te quedes.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Máximas para EL.

1. Nunca uses gel.
2. No uses "chombas".
3. No te llenes los bolsillos del pantalón con boludeces que abulten, usá billetera.
4. No uses bermudas con zapatillas y medias.
5. NO te pongas jean con jean.
6. Nunca sombrero, a no ser que seas Cerati.
7. Nunca cartera, menos cruzada y hippie.
8. NUNCA riñonera.
9. Que nada de tu ropa diga "Quicksilver" o "Kevingston" tamaño grande.
10. Besala despacio y besala fuerte también.
11. No abuses hablando de tus ex.
12. No hagas ruido con los pochoclos en el cine.
13. Comé bien, siempre.
14. Los cubiertos adentro del plato, nunca a los costados.
15. Abrile algunas puertas, pero NO todas. Le gusta sentirse mujer, no pelotuda.
16. Nunca digas "chau, hablamos" sin aclarar cuándo, cómo, o en qué contexto!
17. Si decís que vas a llamar, no llames. Hacete desear un poco.
18. No limes con los mensajes de texto.
19. No limes con lo linda que está hoy, tanto elogio la agobia.
20. Decile lo linda que está, siempre.
21. No pidas permiso para todo.
22. No la llames ebrio.
23. Llamala ebrio muchas veces.
24. No hagas de hijo, hacé de hombre.
25. Hacele escenas de celos, pero no siempre.
26. No seas groncho, se romántico.
27. Tratala bien y tratala un poco mal también.
28. Hacela reír mucho.
29. Hacela llorar un poco.
30. Andá despacio.
31. Evitá o resolvé la despedida en la puerta de su casa al final de la salida.
32. No le regales flores.
33. Usá ese perfume, siempre.
34. Si ella te apura, tenés dos opciones. Decidíte.
35. No te pidas un daikiri. Nunca.
36. El buso en la mano. Ni cintura, ni hombros. POR FAVOR.
37. Si no usás los anteojos negros, guardalos. NO te los cuelges del cuello de la camisa y NUNCA de vinchita. NUNCA.


Cualquier sugerencia femenina es más que bienvenida.

Flowing.

de repente olor a limón. o jacarandá. no se qué arboles son éstos. golpeteo uno, golpeteo dos. que bruto que maneja. olor a perfume barato, una imitación al carolina herrera, porque la vieja que usa el verdadero no se sube a un bondi. miro para abajo y mi sandwich, jamón, queso y pan negro, rico, son las once y media y todavía no comí. ahora olor a parrila, hay varias, que rico un chinchulín, o una buena costillita de cerdo, y yo con mi sandwich. una moza en una esquina de un bar le sirve un plato de pastas al hombre de una pareja, y se ríe al mismo tiempo. cuatro viejos sentados en una mesa redonda, chocan las copas con vino tinto. un malbec, tal vez. una deportista, con otro deportista, que lindo correr. señora con perrito, siempre chiquitos son. olor a jacarandá, ciudad de buenos aires. o no se que arboles son éstos. humedad, se nota en mi pelo, prefiero ni tocarlo. caen algunas gotas, pero solo me mojo mi rodilla izquierda, la ventana está abierta muy poquito. me cuesta cerrarla, no tengo fuerza, nunca tuve buenos brazos. quiero llegar, odio la espera, odio la transición. debería venir más seguido por esta zona. es muy lindo palermo. las calles de adoquines, me siento en otro país, de repente. se pasó de cordoba, pero si yo tengo que ir para el otro lado. irene me dijo, el 93 te deja o el 92? ay, ahora dudo. no, no, me dijo 93, estoy bien. ahora si, me acuerdo de esta plaza, después agarra alvarez thomas y me deja perfecto. tengo sueño, que dure más el viaje que no quiero llegar todavía. pero no, la luz azul fluor de los seguros y ahí está mi parada. que fiaca, que no arranque mientras me bajo, siempre lo pienso y me imagino una catástrofe. chau bondi, que fiaca. "...carried away by a moonlight shadow."

martes, 24 de noviembre de 2009

Silencio, porrr favorrr.

20 años y la concha de la lora. Me tienen cansada con la falta de respeto, esa gente que me mira y lo mismo se cuelga hablando. O lloran. La gente se muere, punto. Los abuelos se enferman, punto. ¿No lo entienden todavía? ¡La vida tienen un ciclo, un principio y un fin, carajo! ¿Que tiene que venir, Freud a explicárselos? Dios, tanta sensibilidad me agobia. La gente nunca crece emocionalmente, siempre retroceden. Se me apretujan en la geta para llorar y victimizarse por lo que les toca vivir. A mi también se me muere gente, ¿¿¿y que??? Yo no les quemo la cabeza.

¡Ay me tienen hinchados los ovarios! Los peores son mis colegas. Si les contara yo…
¡¡Los residentes!! Que manga de chupa culos, loco. ¿No se cansan, che? Una manada de residentes que le chupan el culo a los médicos, las enfermeras que le chupan el culo también, porque están semi enamoradas, del talento, claro. Los pacientes, todos… al final esto es una orgía de chupa culos que fantasean con triunfar gracias a chupar un culo. ¿Qué es esto? Rompete el culo en lugar de chupar uno ajeno. ¡¡Que mediocridad, por favor!!

Y las enfermeras no somos todas lindas. Desmitifiquemos esa idea pelotuda que no se quien la inventó. Osea, NO… es mentira. Viste, viene el pelotudito caliente y se cree que se va a bajar el pantalón para que le pongan la inyección y que va a venir una nose, Scarlett Johanson vestida de enfermera con los labios bien rojosy las tetas bien paradas, y le va a guiñar el ojo antes de la inyección y después como mínimo nose, hacerle un pete. O de última le chupará el culo también y así se une a la orgía generalizada del hospital. Tamos todos locos.

La otra vuelta llega el partero, que es casi una ceremonia cada vez que entra porque tiene un semi parecido así a esteee... Keanu Reeves, que no se que historia tienen las mujeres con este Keanu, que no se si es chino o japonés… Pero bueno, llega el partero, perdón obstetra viste porque no le podés decir partero el tipo es obstetra y le gusta el nombre… Puta, lo único que hace es sacar a la criatura de adentro de la panza, que tenés que esperar a que se acomode, porque es un bardo sino… y la que hace el laburo es la madre que se desgarra todos los músculos de las piernas que los tiene inactivos a partir del tercer mes de embarazo, porque olvidate de que el marido la toque para tener sexo, con la panza y todo lo que viene con el embarazo y los 20 kilos de más… ¿viste? En fin, se queda muerta la mina después de horas y horas de pujar y pujar, gritando como nunca pensó que iba a gritar en su vida, totalmente agotada y bañada en sudor… pero claro, el tipo es obsteeeeeetra. Y olvidate de que los maridos hagan algo y participen. No... Ni hablar. ¡¡El único que se anima a entrar a la sala de partos, es el que viene con la camarita para documentar el momento del nacimiento, por dios... ¡¡pasa TODOS los días del año!! ¿Que le van a mostrar al hijo cuando cumpla 18 años? Vení vamos a ver tu nacimiento… ¡¡que lindoooooo la concha de mamaaaa!!

Pero bueno cuestión que entra el obsteeetra y pasa por adelante mío 50 veces, hablando por el teléfono celular, otras 5 veces que les suena el beeper de los partos… y el tipo inmutado por mi pedido de silencio. Y yo que me quedaba en el molde, me apretaba los dedos, se me ponía la cara cada vez mas roja... casi me tenía que salir del cuadro y gritarle ¡¡¡Callate hijo de puta!!! Da el ejemplo, por lo menos. Y el tipo va y viene, tiene 30 partos por día, porque todas se preocupan de que el médico que les va a sacar al hijo sea lindo, porque las va a ver pujando en bolas… Digo, ¿qué te pensas que a esta altura de su carrera al tipo le calienta ver una concha en pleno parto?

La Cumbre 09.

Ella camina, acompañada por otra ella.
El maneja auto, acompañado por otro el. Frena y acompaña sus pasos.

- Hola, brillantina. ¿Dónde es la fiesta?

- ¿Qué fiesta?

- Uuuy si te contesto te mato.

- Ja, ja, ja. (Seguida de una cara de orto.)

- Digo, ¿no estás vestida para salir?

- No, estoy disfrazada porque canto en un coro.

-Aaaah mirá. Un coro, qué lindo.

- Si.

- ¿Me cantás algo?

- ¿¡Porqueeeeeeeeeee no te vaaaas un poquiiiiiito al carajooooooooo!? Es que soy soprano, sory.

Por necesidad.

Tengo una zapatilla mojada y un vago recuerdo de cómo terminó así. De a ratos me río sola, cuando me acuerdo de algunos momentos de lo que fue la noche de ayer. Y por momentos dudo, no creo saber bien si lo que pienso que pasó, en verdad pasó o es sólo parte de un sueño que no logro despegar de la realidad. Me ayuda mirar mi muñeca izquierda, porque encuentro algo que no es de ella y entonces pienso en dónde estará la pulsera que antes ocupaba ese lugar y la imagino volando por los aires, bien arriba, donde suceden los gritos que provoca la adrenalina, pero que no se escuchan desde donde me encuentro. De golpe mis labios me recuerdan que no estuvieron solos, y mis manos me cuentan que tocaron otras manos. Y mis ojos, que extrañan la mirada de otros ojos, no pueden entender por qué éstos se escondían hace unas horas. Mi mente no para de dar vueltas y piensa, piensa mucho, tanto que se ahoga en un mar de incertidumbres y no logra decidir qué pensamientos tener acerca de los momentos que recuerda. Entonces una voz ajena, pero amiga la tranquiliza y así me deja a mí continuar con este día siguiente. Me voy a bañar para devolverle a mi piel su propio perfume, que ha sido opacado, quizás por el de un circo de gente bailando, y vuelvo a ver mi muñeca izquierda, lo que me da la seguridad de que puedo pensar en otro día. Un día en el que aquella pulsera que andaba volando, pueda volver a ocupar su lugar y entonces yo pueda volver a verte y a lo mejor, cantarte una canción.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Domingo a la mañana.

Estás en tu cama, completamente rendida. Buscando la manera de abrir los ojos sin que la luz entre tan de golpe que haga que te duelan.
Sentís como tu cabeza todavía da vueltas.
Sentís los parpados pesados, la boca seca que pide a gritos un vaso de agua.
De a poco percibís ese olor a humo de cigarrillo, mezclado con un poco de cerveza o fernet y sentís tu cuerpo sucio, tus pies sucios. Te sentís sucia.
Intentás pensar que todavía estas soñando y podés volver a despertarte de otra manera, de alguna mejor, pero no, es imposible.
Ante la falta de fuerzas, poco a poco vas deslizando las sábanas hasta que tu cuerpo queda descubierto del todo, soportando el frío. Muy despacito levantas la cabeza, pero al ver tu cuerpo tan vencido volvés a recostarla sobre la almohada.
Unos minutos después la volvés a levantar y ésta vez sin mirar, te incorporás del todo.
Sacás tus piernas afuera de la cama y muy a pesar tuyo te ponés de pie y empezás a caminar.
Cada paso que das retumba en tu cabeza y cada segundo que estás un poquito en el aire tenés miedo de caerte. Llegas al baño, pegás tu cara al lavatorio y con tus manos muy debilitadas le echas agua, una y otra vez hasta sentirte del todo despierta y tomás agua hasta sentirte del todo saciada.
Levantás la vista, mirás el espejo y entonces, lo inevitable. Casi ni te reconocés y cuando finalmente lo hacés te cuesta aceptar que en verdad es tu rostro el que se ve reflejado ahí. Ese que ahora se siente mejor porque el agua que tomaste va hidratando de a poco cada una de sus partes.
Pero la que no se siente bien sos vos.
Intentás recordar qué fue lo que te llevó a este estado pero es imposible, o quizás se puede, pero preferís no hacerlo.
Te preguntás si habrá alguien en el mundo que se esté sintiendo igual, o peor. Y realmente deseás que alguien se esté sintiendo peor para poder cargar con menos culpa, aunque eso no anularía el hecho de que hoy te encontrás en falta.
De repente vuelven algunos recuerdos a tu mente. Te acordás en donde estuviste, con quien o quienes, que fue lo que hiciste, que tomaste o que te dieron y aceptaste, como llegaste allá, como volviste a tu casa.
Y finalmente te das cuenta de que la pasaste bien, sí, pero también te das cuenta de que eso ni siquiera se acerca a ser algo que haga que valga la pena el estado en el que te encontrás ahora mismo.
Te sentís estúpida, frágil, idiota, inmadura, cansada, vulnerable, angustiada, triste, perdida, trivial, sola, vacía… y llorás… llorás mucho.
Tanto, que hasta vuelve ese dolor de cabeza que había logrado desvanecerse y en unos pocos minutos te encontrás empapada en tus propias lágrimas.
Un rato después, ya con tu cuerpo limpio y perfumado, disfrazando un poco o al menos queriendo disimular esa tristeza que te invade por dentro, salís de tu casa.
Quizás te cruzás con algún vecino o vecina a quien le sonreís de la manera más amargada que jamás le habías sonreído a alguien. Bajás las escaleras y salís al aire libre, al sol.
Y entonces empezás a caminar, y con cada paso te vas recuperando.
Y así, te alejás.
Vas dejando atrás todo ese fracaso y empezás a mirar hacia adelante, buscando una meta, un aliado, algún abrazo y tratando de encontrar un nuevo camino que de alguna manera pueda ser el tuyo.

¿Con mímicas?

Hace poco se casó una amiga. Feliz María. Con un novio que todas queríamos clonar, ponerle la cara del nuestro y enamorarnos como ella. Como todo casamiento, previamente están las tan divertidas y osadas despedidas de soltera. Nos fuimos las 30 Susanitas en potencia (¿en potencia?) a despedir a la Susanita en cuestión, hacia este nuevo camino que comenzaba. Muchas actividades variadas, mucho alcohol, mucho boliche, mucho pueblo. Pero las sexólogas improvisadas nos quedamos con las ganas de nuestro "sketch" tan bien armado que teníamos, no hubo tiempo. He aquí, para desquitarnos, una lista de algunas películas a las cuales le cambiamos el título para un "Dígalo con Mímicas" que estuviera en composé con nuestro fin de semana de locas. Algunas sacadas de la web y otras de nuestra cabecita no tan de novia.

Abierta hasta el amanecer
American Puti
Bailando con zorras
Cabalgando a Miss Daisy
El imperio se la machaca
El joven manos pajeras
El cartero siempre folla 2 veces
El hombre que se la chupaba a los caballos
Follo sobre mi madre
La noche de los zombis calientes
La casa de las tangas voladoras
La delgada raja roja
La guarra de las galaxias
Nelson Manguera
Penetren a Willy
Puta a la fuga
Semental querido Watson
Tócamela otra vez
Follate a mi lado
Ya se quien te la chupó el verano pasado
Mujeres al borde de un ataque de miembros
El Señor de las Argollas: Las dos Vergas
Irene, Yo y mi Pija
Agarramela como puedas
Arma Rectal
Querida me he cogido a los niños
Conflicto Anal
Las Azafatas se abren de Patas
Mientras me la comías
Más Adentro
Penetrado en casa 2: Perdido en tu coño
Peter Pene
Shakespeare in Fuck
Ultimo polvo en París
Daniel el Pajero
Ellas las prefieren largas
Duro de Mamar
Sexo Sentido: Veo gente en bolas
La banana mecánica
Las maduras me la ponen dura 2
Los rompeculos
Mamá quiero ser actriz porno
Un pene llamado Wanda
Al otro lado de la mamada
Bragueta Tropical
Una pajera en París
Hombre alzado en llamas

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ni bombón, ni bellota: burbuja.

Ella niña. Ella dulce, sueña. Siempre con colores claros, siempre color de rosa. Con un mundo que no permite negros, ni grises. Un mundo que promete perfecciones y felicidades absolutas y eternas. Vestidos largos y amplios, banquetes y fiestas modernas, cuentos de hadas con hadas madrinas que cumplen deseos y hacen posible lo inimaginable. Cuerpo ideal, sonrisa ideal, marido ideal, trabajo ideal, casa ideal, auto ideal, convivencia ideal, vida ideal, hijos ideales, colegios ideales, futuros ideales. Ella compra lo que le prometen y cree en esa promesa. Lo pedís, lo tenés. Ella compra, compra, compra. Tarjeta de crédito que se llama Aurora. Claro que existe el príncipe azul, claro que existe el amor para toda la vida, claro que después de 30 años seguimos enamorados, claro que no hay peor ciega que la que no quiere ver. La que limpia cenizas y cree que mientras baile con su príncipe, el reloj nunca va a dar las doce; la que mientras duerme durante siglos cree que el beso del amor verdadero la va a despertar de su sueño eterno.
¿Quiere despertar?
Ella niña. Ella dulce, sueña. Siempre con colores claros, siempre color de rosa.



Casados con hijos.

"Me acerqué una silla, me senté junto a él, y esperé mirando en la misma dirección, callada. Quería que me contara algo. Nada importante, ni divertido, ni siquiera necesitaba que me dijera algo con sentido, sólo que me hablara, que hiciera la parte que le correspondía en esa charla mínima en la que se habían convertido nuestras conversaciones con el paso del tiempo. Un pacto tácito de frases hechas encadenadas, palabras que iban llenando el silencio, con el propósito de ni siquiera tener que hablar del silencio. Palabras huecas, caparazones de palabras."

Claudia Piñeiro, Las viudas de los jueves.

Sin paraguas estamos mejor.

¿Para qué sirven? A ver… Los grandes son imposibles. Lo llevás abierto y parece que tenés en la mano una sombrilla de playa, y te llevás puesta a toda la cuadra. Peor todavía si te cruzás de frente con alguien que trae otro paraguas sombrillesco y encima viene dudando... en seguida los dos van tanteando, quién va arriba y quién va abajo, el otro trata de cerrarlo y vos lo ponés de costado, lo levantás lo más que podés, pero podés poco y para cuando llegó el momento de la intersección, lo mismo te chocaste la cara con la del dueño del otro paraguas, que tenía la punta de una de las varas salida para afuera y se te llevó medio mechón de pelo, tu paraguas quedó hecho un desastre y toooda la cola de gente que se armó a causa de tu despelote, fue testigo de cómo tardabas 8 minutos y medio para atravesar 5 baldosas de vereda. Seguís caminando queriendo que se haga un agujero en la tierra y meterte ahí adentro, cuando para aumentar tu mal humor descubrís que tu paraguas está averiado. Te lleva otros 3 minutos y medio doblarlo bien y abrochar la maldita cintita que siempre se te escapa de los dedos, y ahora caminás y tenés en tus manos un paraguas de casi un metro. Vas por la vida sintiendo que controlas esa casi extensión de tu cuerpo, pero te controla ella a vos y te deja más cerca de parecer una vieja con bastón que alguien canchero con un paraguas en la mano. Imposible. NO a los paraguas grandes.

Los chiquitos son divinos. Están en todos lados y te sacan de apuros porque son baratos y fáciles de guardar. Entonces… estás en la calle y se largó tremenda Santa Rosa. Entrás a Farmacity a llevarte tu paragüitas, tardás tres horas en elegirlo, porque son tan “cute” que lo querés de algún color lindo, o un cuadriculado interesante. Lo elegiste, te llevaste de yapa 5 porquerías más, porque en la Ciudad de la Farma es imposible no tentarse, y salís hermosa bajo tu paragüitas nuevo, creyendo que solucionaste para siempre el tema lluvia/paraguas porque con el nuevo tamaño pocket que encima te salió 30 pe, la vida es más fácil. ¡¡Mentiiiiira!! No caminaste ni dos cuadras, que la mano ya te empieza a temblar, el viento es tan fuerte que el divino piragüitas barato está a punto de doblarse al medio. Lo ponés a contraviento para no hacer papelones, pero te empezás a mojar. Para estar así, más vale cerrarlo, entonces insistís en mantenerlo bien firme en tus manos, haciendo toda la fuerza ingeniosa que tenés y poniendo tu mejor cara de “que chocha que estoy debajo de mi umbrella mini pocket”, pero contra las fuerzas de la naturaleza no hay nada, y el viento consigue doblar al medio esa divina tela que cubría los alambres que te estaban facilitando la vida y como por arte de magia, de un momento a otro, chau paraguas nuevo. Acá es cuando te desesperás, buscando que este momento patético dure lo menos posible. Tratás de cerrar el paraguas, pero por mucho que intentes no conseguís achicarlo. Te morís de ganas de tirarlo a la calle, pero sabiendo que no da, buscas como loca un tacho para deshacerte del objeto en cuestión, y cuando por fin encontrás uno, corrés hacia él y en el camino te resbalaste, porque tenías puestas las ojotas que resbalan… ¡splash!... la bendita baldosa floja de la que venías zafando hace rato. Malhumorrrrrrrrrrrrr es poco para esta altura. Tirás el paraguas, te mirás los pies empapados, tu pelo que venía divino chorrea agua como recién salido de la ducha y tu ropa…bueh, para que entrar en detalles. Conclusión: perdiste tiempo comprando un paraguas que de divino no tenía nada, gastaste 30 pe, más un extra en porquerías que te llevaste de Farmacity, hiciste tremendo papelón durante dos cuadras y encima el resultado es el mismo…¡¡estás empapada!!

Entonces, ¿sabés qué? No pierdas tiempo en un invento que lo único que hace es borrar lo lindo de la lluvia. Los hay de todas las formas y colores, transparentes y con motivos, para uno, para dos, para perros y hasta para fanáticos de Star Wars… pero para facilitarte la vida, todavía no hay ninguno.
Entonces mirálo un poco a Gene Kelly y canta “Singing in the rain”, o date un buen beso apasionado bajo la lluvia, bien de película romántica.
Pero la próxima, si o si, salí sin paraguas.