miércoles, 17 de febrero de 2010

Mujeres y resentidas.

Estamos tan acostumbradas a defendernos constantemente del machismo, que nos hemos olvidado de lo que en verdad define nuestro propio feminismo. Nuestra actitud es cada vez más a la defensiva que terminamos siendo nosotras mismas las que nos denominamos inferiores. Queremos igualdad, pero ni siquiera sabemos qué significa eso exactamente. Y es ahí donde nos perdemos y donde perdemos nuestro centro.
Cada vez que le agregamos un subtítulo machista a cada cosa que hacemos nos alejamos de lo que en verdad somos. No podemos cocinarles sin pensar que somos sus sirvientas, ni lavarles la ropa sin pensar que somos sus esclavas. Si nos abren la puerta del auto, nos tratan como débiles y si no lo hacen, son unos desonsiderados.
Cada vez que le ponemos tanto entusiasmo a marcar que somos iguales o incluso mejores que ellos, nos creamos nuestra propia lucha contra nosotras mismas, marcando una diferencia que ni siquiera existía en primer lugar. Y en esa lucha perdemos, porque luchamos contra el enemigo equivocado. Nos hacemos nuestras propias enemigas, cuando deberíamos estar luchando contra ellos. No contra todos, pero sí contra los que nos denigran, sí contra los que nos insultan, sí contra los que nos quieren meter una batería en la espalda y darnos cuerda cuando se les canta.
No seamos feministas solamente por declararnos valientes y justicieras. Seamos feministas para buscar una igualdad que sí nos corresponde, una igualdad que nos merecemos, pero una igualdad que no va a llegar hasta que nosotras mismas no creamos en su existencia.
Aquellas que se sienten menos que ellos por el simple hecho de ser mujeres, no pueden declararse feministas. Nosotras sí podemos. Nosotras no queremos ser hombres, no queremos el miembro para mear paradas y sentirnos guapas. Nosotras queremos la igualdad que nos merecemos simplemente como mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario